El Día de Asturias, una buena ocasión para el diálogo y el acuerdo
Los diputados que ostentamos la representación en la actual legislatura gozamos de un extraño privilegio: éste es uno de los parlamentos más plurales de la historia democrática de nuestra Junta General. Una diversidad de voces que ha nacido de una voluntad de la sociedad asturiana y española, y que debería generar satisfacción en todos los que creemos que una democracia mejora cuanto mayor es la representación proporcional de la colectividad.
Sin embargo, en este reciente periodo de indefinición y de tacticismo político, también hemos visto cómo se han asentado dos respuestas radicalmente contrarias acerca del momento que nos ha tocado vivir. Una, patrimonio de los partidos clásicos, que creen que la fragmentación es, y debe ser, pasajera, y que se minorará en un breve tiempo en un rápido acomodo hacia los esquemas antiguos, y la otra, vigorosamente presente en algunos miembros de los nuevos y viejos partidos de izquierda, que creen que su mera presencia en el panorama político será capaz de producir milagros y transformaciones sociales mágicas simplemente mediante el combustible de las declaraciones grandilocuentes.
Con estas dos ideas se puede explicar gran parte de nuestro actual bloqueo institucional. Otros, los que ni pretendemos obrar soluciones mágicas ni aspiramos a volver a la deficiente situación anterior, practicamos la única solución viable para nuestro país: el acuerdo.
En la reciente historia democrática española nunca había sido tan dramáticamente evidente la responsabilidad de la actividad política. Nos enfrentamos a retos descomunales: parlamentos autonómicos y nacionales fragmentados, una economía que apenas sale, renqueante, de la crisis, un desafío secesionista que amenaza las costuras de nuestro modelo territorial; o retos transnacionales, como el yihadismo o el drama de los refugiados, que profundizan en la crisis de identidad de nuestra Unión Europea. En esta situación no parece que podamos tolerar durante más tiempo la indolencia y el bloqueo.
Somos muchos los que tras analizar el resultado de las recientes elecciones pensamos que la mejor solución era una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. Consideramos, en su momento, que un gran consenso respondería de la manera más adecuada al mandato plural y democrático que salió de las urnas.
Tanto PSOE como PP se han negado repetidas veces a este acuerdo, aduciendo motivaciones y matices que, por supuesto, son importantes, pero que no resultan esenciales, porque obedecen a intereses personales o partidistas, e impiden una solución. Tras casi un año sin gobierno, España necesita una estabilidad que responda a las demandas básicas de la gente común y a los retos nacionales e internacionales.
Y esta situación repercute directamente en Asturias, que necesita un presupuesto pactado por una mayoría parlamentaria sólida que permita poner en funcionamiento la sociedad asturiana. Necesitamos establecer un acuerdo de mínimos basado en el sentido común y la responsabilidad, y así constituir la base de la acción de gobierno en Asturias y en España. Es necesario aparcar la retórica de la confrontación y aplicarnos a las necesidades concretas de la vida cotidiana de nuestra comunidad y de nuestro país. ¿A qué espera Javier Fernández para dar un giro y explorar otras posibilidades de acuerdo presupuestario?.
Ninguno podemos apropiarnos individualmente de la representación absoluta de nuestra sociedad. Es desde la tolerancia generosa y desde la necesidad de acuerdos a izquierda y derecha, como podremos alumbrar un escenario político nuevo asturiano y español. Y hoy, día de Asturias, es un buen día para recordarlo y comenzar a ponerlo en práctica.
Nicanor García
Diputado y Portavoz del Grupo Parlamentario en la Junta General del Principado